Experimental

Cine y mujeres que vibran

Sobre Hermanas con transistores y Una banda de chicas

Por Tatiana García Altagracia

7 Dec 2021

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*Este texto se publicó originalmente en La Revista Ambulante 2021, de libre descarga aquí.

 

La música nos puede llevar a los lugares más recónditos de nuestras emociones. En su abstracción, esta sabe llevar consigo mensajes, códigos, sensaciones y emociones que tal vez a primera instancia no podemos percibir, pero que nos hacen vibrar y nos llevan a lugares extraordinarios. En este acto inconsciente existe un lenguaje inigualable. Walter Pater mencionó en uno de sus ensayos “todo arte aspira constantemente a la condición de la música”. Siendo el arte una expresión de todo aquello que nos significa y resignifica, entonces la música lo contiene todo. 

Hermanas con transistores y Una banda de chicas son dos documentales que recuerdan este potencial de la música, pero que además llevan consigo un mensaje en común: el peso social y cultural de los roles femeninos en la industria. Ambas historias retratan, en distintas temporalidades, una historia de mujeres que en su resistencia encuentran una voz auténtica a través de la música.

Hermanas con transistores es una mirada al pasado que se apoya en imágenes de archivo para contar la historia de las mujeres pioneras que en los años sesenta y setenta encontraron una nueva forma de hacer música utilizando herramientas tecnológicas; lo que hoy conocemos como música electrónica. Narrada por el suave timbre de voz de la reconocida y admirada Laurie Anderson y dirigida por Lisa Rovner, la cinta entreteje la narrativa a través de las mencionadas imágenes de archivo y con música extraída directamente de sus discografías. Las mujeres músicas explican el fncionamiento de los sintetizadores y transistores como herramientas para la producción de nuevos sonidos y formas de hacer música, encontrando en ello libertad. Hermanas con transistores muestra el univeso de mujeres que expandieron las posibilidades tecnológicas y artísticas de la música durante el siglo XX con gracia, accesibilidad y un toque de vanguardia.

Al igual que la música, el tono de este documental es estimulante y ocasionalmente inquietante, una experiencia inmersiva que nunca se convierte en pretensión. En este mundo encontré una conexión maravillosa entre los sonidos de la cotidianidad, de los objetos que usamos todos los días y los de la naturaleza, y en cómo en lo que pareciera una armonía desestructurada hay un lenguaje de sensaciones infinito e introspectivo. 

Por otro lado, Una banda de chicas retrata la cotidianidad de las mujeres en el mundo del rock argentino en la actualidad y lo combina con la lucha feminista de los últimos años, el movimiento del pañuelo verde que representa la libertad para decidir sobre ser o no ser madre y la búsqueda de equidad de género; todo esto se combina con su realidad como mujeres rockeras en un medio tan competitivo y patriarcal como lo es el de la música, en el cual las mujeres frecuentemente se quedan en el universo underground. Dirigido por Marilina Giménez, una mujer música, exmiembro de la banda Yilet; Una banda de chicas da la perspectiva femenina de una bajista que se muda al lenguaje cinematográfico para contar la historia desde un punto de vista personal. 

En la película, las protagonistas cuentan sus historias desde lo más íntimo, con la perspectiva que les brinda el ser mujeres en un mundo complejo donde el motor es la pasión de lo que una lleva en las entrañas por hacer lo que más le gusta. Nada las detiene. Ellas enfrentan historias de amor, desamor, maternidad, de la lucha constante de los derechos sobre nuestros cuerpos y mentes, de tener una voz en la adversidad y no permitirse perecer porque, hacer música siendo mujer es también tener una postura política. Argentina, siendo uno de los principales pilares del rock latinoamericano, ha dejado de lado a las mujeres que han estado y son parte de una historia fundamental y este documental, donde vemos la fuerza que llevan, nos invita a conocerlas, pero sobre todo a escucharlas.

Ambos documentales retratan la trayectoria de mujeres en el mundo musical desde contextos sociales e históricos muy diferentes, pero que a la par reflejan la resistencia que implica sobresalir en este medio y poder hacer lo que más les gusta. Los instrumentos musicales se convierten en armas sin disculpas para hacer resonar el hecho de que no pararán ante nada, ya que nada les da miedo.

En un mundo de hombres, las mujeres encontramos fuerza en ser latentes, en ser ondas vibracionales que, quizá en determinado tiempo no resuenan, pero que en el andar y en el presente se hacen notar. Cada uno de esos sonidos tiene sentido el día de hoy, donde la búsqueda no para. Y es que resignificar requiere tiempo, pero esto no significa que no llega el momento y es en el arte donde más resuenan estas vibraciones, donde se convierten en un reflejo de los aspectos sociales y donde de muchas maneras penetra, resiste y persiste.

El futuro es femenino. Sin embargo, en mi perspectiva ese futuro ya es presente: vibra en la calles, vibra en la voces de muchas generaciones que el futuro nos ha alcanzado y esto no significa que todo esté en balance, pues la lucha está en que su presencia permanezca, que no se pierda y que siga evolucionando, creciendo, madurando, pero sobre todo, vibrando.

 

Tatiana García Altagracia es productora de Cine y Medios, con maestría en Producción de CCNY y un certificado profesional de Producción por NYU. Fue directora asociada de Cinema Tropical en Nueva York y coordinadora del programa de Producción de Cine y TV en NYFA. Actualmente, aparte de producir cine y TV, es locutora y productora del programa Negritud, en Convoy Network.

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