Ambulante Más Allá se ha convertido, en sus diez años de existencia, en uno de los procesos formativos de mayor relevancia del país. La idea nació en Guatemala y Nicaragua, y se desarrolló en México, siempre con objetivos muy claros: celebrar la diversidad, apostar por la descentralización de la producción audiovisual y democratizar el acceso a realidades que merecen ser conocidas.
Las historias contadas por los egresados de esta escuela promueven el respeto e inspiran acciones capaces de detonar cambios sociales. También nos invitan a pertenecer. Según Elena Fortes, fundadora de Ambulante, “Tendemos a habitar mundos diminutos y a ignorar el entorno al que le debemos nuestra existencia. Estamos desconectados unos de otros. El cine de Ambulante Más Allá nos permite entrever lo que hay afuera, y conectarnos con otras subjetividades. Es importante que el cine le pertenezca a todos, y que podamos abrir los ojos de manera colectiva. Los alumnos se convierten en maestros, al mostrarnos nuevas posibilidades del lenguaje cinematográfico y acercarnos a otras realidades”.[1]
[1] BELLINGHAUSEN, Hermann, et al. Ambulante Más Allá: un diario colectivo. Ediciones Ambulante, 2018, México. Pág. 9.
La variedad de orígenes de los realizadores (procedentes de nueve estados de la República y varios departamentos de Guatemala), lenguas habladas en los documentales (náhuatl, tseltal, zapoteco, mixe, tsotsil, q’anjob’al, chatino, ombeayiüts /huave, así como maya q’eqchi’y maya k’iche’ de Guatemala) y temáticas abordadas conforma el mapa audiovisual complejo. Resulta fundamental que esa vasta diversidad sea narrada, en la voz de sus protagonistas, con toda la libertad creativa que amerita.
Desde el planteamiento de la idea hasta la exhibición de las películas, los estudiantes son acompañados en el proceso por reconocidos cineastas con amplia experiencia docente, y expertos en las distintas etapas del aprendizaje (guión, dirección, producción, sonido directo, fotografía y montaje). El objetivo de la formación, que se extiende durante un año, es lograr que los jóvenes aprendan a usar las herramientas audiovisuales, desarrollen sus capacidades creativas y se familiaricen con el lenguaje cinematográfico. Una vez terminado el documental, la escuela también facilita que los estudiantes se movilicen para encontrar espacios de exhibición en cines comunitarios, universidades y festivales.
En muchos casos, la calidad de los documentales producidos ha logrado que estos nuevos realizadores se vinculen con la industria de cine global, siendo invitados a exhibir sus películas en encuentros tan imprescindibles como la Berlinale, Union Docs y The Museum of Moving Imagen en Nueva York; el festival de cine indígena de Toronto ImagineNATIVE; Sole Luna Doc Film Festival en Treviso; el Festival Internacional de Cine de Belice; Cape Town & Winelands en Sudáfrica; el Vancouver Latin Film Festival; y el Festival Internacional de Cine de Morelia, entre otros. Además, varios tienen presencia en plataformas digitales tan prestigiosas como Op-Docs, del New York Times, y FilminLatino.
Con una mirada fresca y a la vez muy comprometida, las películas a las que te podrás acercar a través de esta sección, son resultado de la honestidad, espontaneidad, talento y sensibilidad de un grupo de jóvenes que eligieron retratar la vida en sus comunidades. Tal y como lo resumen Hermann Bellinghausen y Gloria Muñoz Ramírez, “Documentar la identidad desde y para los pueblos es en sí misma una lucha para quien está detrás de la cámara. Es la batalla contra el olvido, por la memoria y la identidad”. [1]
[1] Ibidem, pág. 300