A mis 19 años reconocí que mi mamá no solo es mi mamá. Ella es más que la vida que decidió vivir conmigo, su cuerpo y su corazón están marcados por ser dadora de vida; pero también por lo que pasó antes de llegar hasta ahí. Sus anécdotas y experiencias no se resumen a las que pasa siendo mi madre, que también es tía, abuela, hermana, esposa, amiga, vecina e hija, y sobre todo, que es ella misma, no el significado que le damos les demás.
Pensar en esto: en las madres fuera de su rol progenitor. Deslindarlas de la carga de ser solamente mujeres que maternan, cuidan y crían. Preguntar, indagar y encontrar sus verdaderas historias, ¿qué son las madres además de lo que construyen con sus hijxs?
Xun Sero, director del documental Mamá, inquiere en su propia historia de vida para deconstruir su formación como varón en un pueblo tradicionalmente machista. A partir de esta toma de conciencia, se acerca a su madre, Hilda, una mujer tsotsil para conocerla y mostrarla desde el cariño y el dolor de saberse su hijo.
En un diálogo con la cámara, Hilda destapa sus heridas y cuenta cómo su vida quedó marcada por la violencia de género que le significó haber nacido en un territorio que veía al género femenino como seres carentes de valor, a excepción del reproductivo y cuidador. El lente acompaña conversaciones de Hilda con el director y otras mujeres, quienes ocupan la cocina para verbalizar su dolor y sus pensamientos cotidianos.
En un repaso por las formas de violencia que ejercieron contra Hilda, se encuentra, en primera, con que nunca recibió el amor y las palabras sinceras de un hombre, comenzando por el padre de sus dos hijos, quien la tuvo a su lado por la fuerza y a base de amenazas para después ausentarse de la responsabilidad en la crianza.
También, recuerda la forma en que su propio padre decidió darle la espalda al enterarse de su embarazo. La manera en que la comunidad donde habitaba no hacía nada aun sabiendo que ella estaba en una relación en contra de su voluntad. Esta práctica la consideraban una acción cotidiana: los hombres escogían a las mujeres y las tomaban a la fuerza por miedo al rechazo, se escucha de la voz de un hombre en alguna de las conversaciones de cocina guardadas en el filme. “Aquí fácil nos roban, fácil nos matan, aquí no es ciudad”, asegura Hilda.
Este documental da cuenta de la violencia sistemática incrustada en el cuerpo de una mujer que desde la niñez fue condenada a vivir una vida que no deseó. A la par, la historia se resignifica desde la propia voz del director, cuando reconoce las consecuencias de crecer como varón en una sociedad misógina que resta importancia a la labor de las mujeres y se esfuerza por hacerlas culpables de la irresponsabilidad de los hombres con quienes deciden compartir.
Se trata entonces de un ejercicio íntimo que se esfuerza por adentrarse en las alegrías y heridas de Hilda a partir del reconocimiento de la violencia y vulneración de su persona. Más importante aún, Xun Sero retrata a su madre como una mujer que identifica las acciones que le hicieron daño y que lucha por hablar de ello no solo como un acto de sanación individual, sino también colectiva al pronunciarse para que otras mujeres no repitan su historia.
Este no es un testimonio que romantiza la forma en que una mujer es capaz de salir de un ciclo de violencia para encontrar su verdadera pasión, para reconocerse a sí misma más allá de su papel de madre y cuidadora. Más que eso, el documental visibiliza una problemática aún latente: la violencia en contra de las mujeres. Refleja, con la historia de Hilda, el impacto de las costumbres socialmente arraigadas que insisten en generar brechas y reproducir dinámicas de violencia.
Luego de la visualización del documental, una duda traspasa el alma: ¿quién es y con qué heridas carga la persona que llamamos mamá?