Las flores de la noche es un documental acerca de la libertad. La libertad de ser, de sentir, de expresarse y de vivir. Es un retrato de las hermandades que se concretan más allá de un lazo sanguíneo. A través de la historia de Alexa, Violeta, Dulce y Uriel, se observa la valentía y resistencia de saberse parte de la otredad dentro de una comunidad.
Les directores Eduardo Esquivel y Omar Robles apuestan por una nueva narrativa en torno a la identidad trans, en la cual distan de hablar desde el dolor y la violencia en la que surgen las disidencias, y en cambio muestran la felicidad, el orgullo y la importancia de los vínculos en ellas.
Las flores de la noche es un documental acerca de la libertad. La libertad de ser, de sentir, de expresarse y de vivir.
Uriel es un joven coreógrafo que planea poner una barbería. Tras unirse a un grupo religioso que organiza terapias de conversión, decide poner límites a la expresión de su feminidad.
Contrario a él, Alexa, Violeta y Dulce, sus amigas, caminan con seguridad por las calles de Mezcala de la Asunción, el municipio de Jalisco donde habitan. Ahí, se apropian de las tradiciones y festejos locales para ser miradas lejos del estigma que a veces les impone la sociedad por su identidad trans. Esta apropiación del espacio público es sobre todo importante para narrarse de otro modo frente a la gente, que las observa y convive con ellas, haciéndolas parte de la comunidad.
“Las flores de la noche”, como se hacen llamar las amigas, celebran su diversidad y se encuentran a través de elementos como el maquillaje, el baile, el canto y la vestimenta; a partir del significado que ellas le dan a la belleza. Por ejemplo, a lo largo del filme, es reconocible la importancia de las coronas, de nombrarse reinas. De este modo, emiten un poderoso y sincero mensaje: ser una misma es la clave de la felicidad.
El documental regala una mirada sensible y honesta del significado de las familias que se tejen entre amigas, del poder de la alegría y la importancia de reconocerse a una misma para después ser reconocida por los demás. Se observa la manera en que es posible construir otras identidades fuera de las impuestas por la heteronorma, incluso en un contexto rural que pareciera ser más conservador.
Resulta especialmente interesante la forma en que les directores logran hacer a la audiencia parte de Las flores de la noche. La cámara no ve a las amigas como entes ajenos, sino que se integra a ellas como una compañera más, como un elemento participativo.
Este recorrido por pedazos de la vida de Alexa, Violeta, Dulce y Uriel permite comprender la necesidad de crear redes de apoyo y cuidado entre personas que viven en contextos similares para erradicar las violencias a las que se encuentran expuestas. Es un llamado a abrazar la identidad y a pelear por la libertad.
Sandra Ramírez es estudiante de Ciencias de la Comunicación en la UNAM y prestadora de servicio social en Ambulante. Periodista en formación. Aprendiz y observadora en constante movimiento. Interesada en la cobertura de violación a los derechos humanos, cuidado de las infancias y violencia contra las mujeres.