Sinopsis
Algo que distingue a Pequeño Samedi de otras historias de adicciones es el hecho de que esta película aborda la problemática en la edad adulta, y lo hace con la mirada pausada y desdramatizada que otorga haber convivido con esa realidad durante los últimos veinte años. ¿Cómo se cuenta la adicción sostenida de un hermano a la heroína? La directora Paloma Sermon-Daï aborda con una sensibilidad inusual la lucha de su hermano de 43 años y cómo su madre le acompaña en ese trayecto hacia la desintoxicación que transita desde hace más de dos décadas.
En un pequeño pueblo belga a orillas del río Mosa asistimos a las pausas que madre e hijo comparten casi siempre en el interior de la casa de ella: cómo negocian los honorarios por arreglar el jardín o escriben juntos el currículum para que Damien encuentre trabajo. La película logra registrar su relación incondicional desde la intimidad más legitimada (nadie pudo estar más cerca que Paloma) pero lejos de la autocompasión. Pequeño Samedi encuentra un tempo distinto para hablar de la adicción, alejado de la intensidad y la urgencia. También el pueblo es de ritmos lentos, un espacio en la región valona al que se asocian los recuerdos de niñez y juventud de Damien, entre ellos unas cartas grabadas en cassette que nos permiten asistir a unos de los momentos más íntimos de la película.
A través de un ejercicio discreto de observar su rutina, juntos y por separado, y de dar importancia a los descansos y momentos de inactividad, la directora traza un audaz retrato de la adicción; un relato conmovedor de una lucha contra la drogadicción que ocupa más de media vida y de la inexorabilidad de las relaciones familiares.
Comité de Programación
Semblanza
Paloma Sermon-Daï (Bélgica, 1993) estudió Arte y Humanidades en el Conservatorio de Huy, y Cine en la Haute École Libre de Bruselas, donde dirigió diversos cortometrajes, entre ellos Makenzy (2016), proyectado en Visions du Réel. Petit Samedi (2020) es su primer largometraje documental.
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