Julien Elie no es doctor, pero su película es un diagnóstico”.
La enfermedad carece de nombre, sin embargo, reconocemos sus síntomas: fosas comunes, feminicidios, migrantes victimizados, desaparecidos. México lleva mucho tiempo padeciéndola y ahora ya hizo metástasis en el cuerpo político; es discernible en las placas de rayos X en blanco y negro. El padecimiento es terminal; no hay cura. No. La metáfora es equívoca. Caracteriza a la violencia como algo muy pasivo, casi inevitable. Comencemos de nuevo:
Julien Elie no es fiscal, pero su película es una acusación. A los acusados no los conocemos por nombre, pero sí en tanto categorías sociales: policías asesinos, funcionarios públicos corruptos, narcos que disputan territorio, psicópatas que matan por deporte. Es probable que jamás se revelen las identidades individuales; no obstante, en conjunto constituyen un problema estructural resumido de manera precisa en la etiqueta #FueElEstado. Y por esa razón, ningún juzgado en México los va a declarar culpables.
Este último intento fue un poco mejor; ya no estamos lidiando con virus ni con célula cancerígenas sino con personas reales y con las decisiones que toman, con utilidades reales y los costos humanos que estos implican. Sin embargo, no es exacta. Intentémoslo de nuevo:
Julien Elie no es tejedor, pero su película es un tapiz. Entrelaza todos los hilos narrativos que le han dicho a decenas de miles de familias de mexicanos y mexicanas muertos o desaparecidos que hay que mantener separadas: una línea de tiempo trazada hasta la década de los cincuenta; una geografía que enlaza a Ciudad Juárez con Tamaulipas, con el estado de Guerrero y con la colonia Narvarte; y una economía política que vincula la Guerra Fría, el TLC y la crisis migratoria actual. El tapiz aún no concluye porque la historia sigue en desarrollo.
Aunque imperfecta, esta aproximación por lo menos nos ayuda a hacer un viraje necesario: pasar de la metáfora al análisis para lograr entender no solo qué sucedió, sino por qué.
Los tres hilos principales del tapiz son el histórico, el geográfico y el económico”.
Historia:
La abrumadora cifra de asesinados y desaparecidos recientes en México debe entenderse como parte de un proceso histórico más extenso. Antes de adoptar las siglas PRI, el estado posrevolucionario instauró una serie de sistemas complejos para reprimir la oposición. Sin embargo, el anticomunismo de la Guerra Fría sirvió como pretexto y como fuente de apoyo extranjera para que las agencias de seguridad del Estado, como la Dirección Federal de Seguridad, sometiera a los opositores cada vez más enfáticos contra el gobierno del PRI. Muchas de las familias de las víctimas que con gran valentía hablan en Soles negros perdieron a sus esposos o hijos hace unos cuarenta años. Cuando surgieron los pequeños movimientos guerrilleros en Guerrero y otros estados durante la década de los sesenta y setenta, el Estado descubrió que el uso de violencia extrema, seguido de una extensa labor de encubrimiento, era la mejor solución para el problema que les planteaba la exigencia de mayor apertura democrática y transparencia. Y esa ha sido su estrategia desde entonces. Las unidades policiacas y militares que integraron las filas de aquellas operaciones de contrainsurgencia, al final de la Guerra Fría y tras el estallido del tráfico de drogas, se reinventaron como parte de un esquema de protección para traficantes de drogas, armas y personas.
Geografía:
No solo se refiere a Ciudad Juárez o Ecatepec o la Ciudad de México, aunque sí los incluye. Se refiere también a los terrenos públicos donde es más sencillo exhumar fosas, en oposición a los terrenos privados donde los cuerpos pueden permanecer ocultos para siempre. Se refiere al hemisferio completo: las madres que recorren los espacios de Veracruz en busca de los huesos de sus hijos recuerdan a las mujeres chilenas haciendo lo mismo en el desierto de Atacama y retratadas por Patricio Guzmán en su película Nostalgia de la luz; otra de las madres en duelo en Soles negros usaba una gorra con el logotipo de la FAFG, la Fundación de Antropología Forense de Guatemala. Se refiere también a la manera en la que las nuevas tecnologías, en especial los teléfonos celulares, han cambiado las dimensiones espaciales de los crímenes contra la humanidad. Se refiere a la podredumbre moral creada cuando se permite que el capital se mueva sin restricciones entre fronteras, pero se le prohíbe estos desplazamientos a las personas.
Economía:
La destrucción durante la segunda mitad del siglo xx del estado de bienestar, la reestructuración de la economía después de la crisis de la deuda en 1982 que derivó en un alza de inequidad; es decir, el capitalismo neoliberal en complicidad con las élites, los traficantes, y los funcionarios públicos que se enriquecen inmensamente a ambos lados de la frontera entre México y Estados Unidos. Soles negros vincula la política económica con sus consecuencias humanas, muestra la manera en la que el estallido de las maquilas en la era del TLC atrajo a una población cautiva de trabajadoras vulnerables a ser atacadas; cómo la militarización de la frontera con Estados Unidos ha orillado a los migrantes a entrar en contacto con los peligrosos coyotes y carteles. Ahora es casi imposible decir dónde termina la economía “legal” y donde comienza la “ilegal”, y la violencia resultante es una característica fundamental —no una anomalía— de la economía política mexicana.
Incluso quienes estamos más comprometidos con realizar un análisis lúcido del México contemporáneo, tendemos a recurrir a figuras retóricas porque nos permite una rendija de distancia de esta realidad:
Por seguir sus sueños de convertirse en maestro, a Julio César Mondragón, estudiante de Ayotzinapa, le arrancaron la piel del rostro y le sacaron los ojos. Por ilusionarse con lograr ser económicamente independientes, las jóvenes trabajadoras de las maquilas de Ciudad Juárez fueron traficadas, violadas y desmembradas. Por su deseo de darles a sus hijos un futuro mejor, setenta y dos migrantes que viajaban hacia el norte terminaron su trayecto como una pila de cadáveres. Por creer que los mexicanos deben conocer la verdad sobre todo esto, la activista Nadia Vera y el periodista Rubén Espinosa sufrieron una tortura lenta antes de ser asesinados de un tiro en la cabeza.
Dicho de otra manera, las masacres son una forma de comunicación y el mensaje es claro: la esperanza es peligrosa, analizar la realidad te mata, tu búsqueda de justicia no solo es infructuosa sino que tu cuerpo terminará violado en una zanja. Hay que reconocerle a varias generaciones de activistas, periodistas, investigadores y artistas que se han negado a obedecer estas advertencias. Les debemos a su sacrificio y a su negativa a esconderse detrás de las metáforas nuestra comprensión de la situación actual.
Es curioso, entonces, que Elie abre Soles negros con esta frase particular del fallecido periodista Sergio González Rodríguez, cuyas ideas están presentes en toda la película: “La colusión entre el sistema institucional y el crimen organizado lo extermina todo, incluida la memoria”. Nadie duda del poder destructivo de la alianza entre el narco y el Estado. Y aún así, los valientes defensores de la justicia retratados en la película son evidencia de que la memoria persiste, no obstante los esfuerzos más sádicos empleados para exterminarla. Los periodistas están siendo asesinados a un ritmo alarmante, pero aún así escriben y toman fotografías; las madres se exponen a enormes peligros, pero aún así siguen distribuyendo abanicos y botellas de agua con los rostros impresos de sus hijas desaparecidas. La película de Elie no es un relato del exterminio, sino uno de la sombría, pero incansable perseverancia.
Semblanza:
Kirsten Weld es profesora de Historia Latinoamericana en Harvard University, y ha publicado extensamente sobre la memoria histórica, la desigualdad socioeconómica, y la justicia social. Su premiado libro Paper Cadavers: The Archives of Dictatorship in Guatemala (inglés 2014; castellano 2017) investiga la recuperación del Archivo Histórico de la Policía Nacional de Guatemala y su papel clave en la lucha contra la impunidad de la posguerra.
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