Numerosas tomas de Aquí sigo (Lorenzo Hagerman, 2016) podrían ser una extensión de los siguientes versos de José Watanabe:
El árbol sube y cae al mismo tiempo,/ pero para nuestros ojos/ este doble movimiento es uno solo” (“El árbol”).
En la película, observamos en distintos momentos la inmensidad de los follajes capturados por Hagerman, mientras las voces en off de ancianos y ancianas relatan su pasado y presente, yendo de un sitio a otro de la memoria igual a las ramas bifurcadas.
Aquí sigo habla de vejeces, en plural; la tercera edad, como cualquier etapa de la existencia, se define por la multiplicidad de maneras de vivirla. Los escenarios a los que acudimos para presenciar un abanico de cotidianidades varían por cuestiones geográficas, afectivas e incluso económicas. El filme corresponde a un testimonio colectivo registrado en Italia, Japón, México, España, Costa Rica y Canadá. El montaje de los espacios y las personas involucradas conduce a reflexionar en torno un tema que hermana cualquier realidad: la inminencia de la muerte.
La paleta de colores empata con el sosiego de los hombres y mujeres del documental, quienes hablan en un tono que deja entrever resignación y amor por el paso del tiempo. “Siempre que me levanto, tan pronto abro los ojos, veo el cielo”, dice Saeko Maeda, mujer japonesa de 94 años. En diferentes locaciones, la luz que entra a primera hora por la ventana cohesiona el anhelo de todos los personajes: haber tenido la oportunidad de asistir a un nuevo día.
La naturaleza se erige como refugio y reflejo de la ancianidad. El mar, el cielo o la sucesión de las montañas en el filme subrayan la condición efímera del ser humano. Asimismo, la magnitud del exterior luce esperanzadora al lado de aquellos viejos que se detienen a observar el paisaje: de espaldas a la cámara emanan la tranquilidad de saber que los inicios y finales son muy parecidos e irremediables en cualquier historia. “Mejor ven a la carretera/ la mismidad del doble movimiento del árbol/ sólo se resolverá limpiamente en nuestros ojos”, podría decir Watanabe durante esa secuencia. Aquí sigo invita a comprender que el ciclo de la existencia conlleva a mirar a sus albores.
Puedes ver Aquí sigo, de Lorenzo Hagerman, aquí
Sabina Orozco (Oaxaca, 1993). Estudió Letras Hispánicas en la UAM. Ha publicado textos críticos y de ficción en medios como Este País, Tierra Adentro, Milenio y Punto de Partida. Fue becaria en la Fundación para las Letras Mexicanas en el área de Narrativa.