La lucha libre tiene entre sus filas de campeones a Cassandro, un luchador abiertamente gay que, a pesar de la discriminación, los golpes y las críticas, logró triunfar en un deporte pensado para hombres. Su nombre real es Saúl Armendáriz y durante sus 30 años de carrera se dedicó a dignificar a los que, como él, tienen preferencias sexuales diversas.
Originalmente, en la lucha libre, los Exóticos eran aquellos que subían al ring ataviados con elementos afeminados, sin necesariamente ser homosexual, y su principal tarea era divertir al público mientras los gladiadores, machos y poderosos, eran los protagonistas del momento. Es decir, los Exóticos eran los payasos, dispuestos para hacer reír y recibir insultos del público.
Hasta que llegó Cassandro a cambiar las reglas.
¿Cómo se convirtió en una leyenda de la lucha libre?
Saúl Armendáriz pasó de ser enmascarado a convertirse en un luchador que vestía con trajes escotados y capas largas semejantes a los vestidos de novia. Al principio, el mismo mundo de la lucha le negó la entrada, juzgándolo por su aspecto y su orientación sexual. Si los entrenamientos de por sí son duros, para él fueron el triple de pesados, pues sus compañeros lo querían fuera de un deporte que por años fue pensado sólo para “hombres”, para machos mexicanos.
Para Cassandro el ser gay nunca fue un problema o impedimento. Él deseaba convertirse en luchador porque el ring lo hacía sentir fuerte, y porque era una disciplina con la que había crecido desde niño. Y mientras muchos lo criticaban por su aspecto y por la manera en que se apropiaba del cuadrilátero, él se convirtió en campeón.
¿Qué sucede cuando tus demonios te persiguen y las lesiones te detienen a cada paso?
Cassandro sabe que la lucha libre no es para siempre, que en algún punto tendrá que retirarse para dejar que su cuerpo descanse. Pero no es fácil, no cuando el ring ha sido su casa durante 30 años y es donde más seguro se siente. Él es luchador, maestro, amigo, hermano… pero también es Saúl, quien incluso hoy lucha contra sus heridas más profundas, y esas ni siquiera se las ha dejado la lucha.
Cassandro, el Exótico muestra los últimos cinco años de este excéntrico personaje sobre el ring, quien permite que el espectador conozca la parte más íntima y oscura de su vida, aquella donde los aplausos y vítores no pueden salvarlo. Las drogas, el abuso sexual y la pérdida son sólo algunas de las cicatrices que lleva a cuestas.