Hay crímenes que pueden llegar a perdonarse, pero hay otros que quedan tan clavados en el alma y la memoria que simplemente no se pueden ignorar. Las cicatrices palpitan, sangran y se reabren con cada recuerdo de lo sucedido. El recuerdo que otros desean borrar.
En España, el Pacto del olvido es una burla cruel contra las víctimas del general Francisco Franco y su dictadura, la cual inició con el fin de la guerra civil en 1935 y concluyó con su muerte en 1975. Durante este periodo, la represión política, la tortura y las desapariciones forzadas se hicieron comunes, por lo que el pueblo español vivía con miedo de hablar, de opinar, de pensar. Se estima que durante la dictadura hubo entre 23 mil y 50 mil personas ejecutadas, cuyos cadáveres fueron arrojados a fosas comunes para que sus familiares nunca pudieran encontrarlos.
En 1977, gracias a la Ley de Amnistía, los crímenes de Franco y de todos aquellos que le juraron lealtad, quedaron libres de responsabilidad penal. Dicho de otro modo, el pueblo de España olvidaría los asesinatos, las torturas, el dolor y demás acciones de lesa humanidad, mientras que el gobierno haría lo mismo. Hacer como si nada hubiera pasado.
Pero las víctimas no olvidan.
Incapaces de seguir guardando silencio, un grupo de sobrevivientes y familiares de víctimas recurren a la justicia de otro país para que las atrocidades que han callado por fin sean castigadas. En Argentina, la jueza María Servini interpone una acusación contra los crímenes del franquismo, recabando testimonios de aquellos que vivieron la tortura en carne propia, quienes perdieron familiares en cientos de fosas comunes y desean recuperar los restos, entre otros casos.
Sin embargo, pareciera que en España el dolor de las víctimas simplemente no importaba, pues cada vez que la jueza Servini pedía apoyo del gobierno, este terminaba por desestimar cada una de sus palabras. Los victimarios tenían derecho a seguir viviendo con normalidad mientras los agraviados se escondían y se tragaban sus lágrimas para resistir, para no flaquear.
El silencio de otros muestra seis años de lucha, donde los protagonistas pelean por su derecho a la justicia, incluso cuando su propio gobierno intenta frenarlos y proteger a los monstruos del franquismo. Se trata de un documental crudo, no por las imágenes, sino por las palabras, los recuerdos y el miedo que se plasma en pantalla.
Almudena Carracedo y Robert Bahar son los encargados de darle voz a quienes el tiempo quiso olvidar, y su trabajo los llevó a ganar el premio Goya a mejor película documental este 2019.