El dinero es la principal razón por la que se toman decisiones en el mundo, y el documental de Petra Costa es una muestra de esta afirmación.
Ella analiza el encarcelamiento de Lula da Silva y la destitución de Dilma Rousseff para reflexionar desde un thriller político sobre el porqué de estos hechos extraordinarios, que encaminan a Brasil a los oscuros años de la dictadura.
En una película de hechos, sus efectos y preguntas sin resolver, Costa delinea su mayor miedo: que la democracia brasileña que nació con ella muera tan sólo 30 años después.
El documental inicia con una analogía, por qué ese cacho de tierra americana se llama Brasil. El Palo Brasil rico en tinta roja es quien denomina a este país inmenso, pero por su misma riqueza fue consumido hasta la extinción, de ese árbol sólo queda el nombre. Costa nos deja entrever que esto es una constante en su patria, un país sumido en el racismo, la pobreza, que carga siglos de esclavismo y una deuda a una dictadura impulsada por Estados Unidos, ya que sólo gracias a ellos la libertad fue una realidad.
Un país polarizado, enraizado en la colonización y los regímenes totalitarios, es lo que siempre ha sido Brasil.Una luz parecía haberse posado sobre el país, cuando una izquierda moderada pero fuerte y con valores bien cimentados llegó en forma de Lula da Silva”
Pero las intrigas de la oligarquía y la derecha terminaron por acabar con esta perspectiva, despertando a los monstruos que encontramos en un país profundamente dolido y dividido.
La polarización de la población es un fuerte recordatorio de nuestra propia realidad actual: un país dividido por rencores y creencias tan añejas como lo es la colonización. Este rencor de siglos es tan profundo como el clasismo y el racismo, por lo que levantar estos demonios es más que peligroso, para prueba está Brasil.
Un documental interesante, que desmenuza poco a poco esta realidad que parece más propia cada vez. Una buena forma de reconocernos en el espejo que Petra Costa construyó en Al filo de la democracia.